Hay una plaza Donde los nadie tienen nombre Donde no se mira hacia otro lado
Hay una plaza Donde hay plazas para los olvidados Donde se reparte un poquito de justicia y comida
Hay una plaza Donde se desafía al egoísmo y la codicia Donde se siembra solidaridad y equidad
Llueve hambre en Madrid Caen tormentas de necesidad y tristeza Nieva incertidumbres en los bolsillos vacíos El viento quiere barrer a los ignorados a los excluidos. Pero Hay una plaza Isla Resistencia Donde se alzan banderas de dignidad
Hay una plaza Donde regalan sonrisas y futuro Donde las personas se sienten humanas HAY UNA PLAZA SOLIDARIDAD
Madrid, 26 may (EFE).- Redes vecinales voluntarias y solidarias de todos los barrios de Madrid, organizadas en ‘Redes de Cuidados de Madrid’, celebrarán este fin de semana, 30 y 31 de mayo, la primera edición del festival online ‘Madriz Kiwi Fest’, para recaudar fondos para ayudar a las personas y familias sin recursos.
Estas redes denuncian que, ante esta situación, las instituciones están ofreciendo un apoyo escaso a estas personas, y que los dirigentes se «niegan» a apoyar a las redes y despensas solidarias.
Afirman en un comunicado que las instituciones son responsables del «detrimento que han provocado, durante años, en los servicios públicos y la negativa a colaborar con la solidaridad sana, espontánea y necesaria de vecinas y vecinos de Madrid».
Por ello, han convocado este festival que contará con actuaciones como las de Arte Muhé (La Otra, María Ruíz, La Mare, Rozalén, Pitu y Eva Sierra), Antonio Bartrina, Ash Samba, Cristina del Valle, Pedro Pastor, Taicore, Biznaga, Nacho Campillo o Pilu Verver entre otros.
El festival se celebrará el sábado 30 de mayo de 11 de la mañana a 2 de la madrugada, y el domingo 31 de mayo de 11 de la mañana a 10 de la noche, y se podrá ver de manera online en la web http://www.madrizkiwifest.es. EFE
Como no sabían aún como llamarnos escondieron en el bolsillo del chaleco nuestros nombres. Nunca nos llamaron igual que nuestras madres, callaron el lenguaje e hicieron que el silencio nos volviera invisibles, igual que un castigado. Y seguimos hablando de lo nuestro, ellos solamente lo hicieron de lo suyo.
Se preguntaron unos a otros de qué se alimentaba la pobreza, de qué vivía cuando estaba muerta. Se taparon la boca, tampoco así pudieron escucharse más adentro, se perdieron el mar y la distancia. Y no se dieron cuenta de que el hombre se muerde el corazón para estar vivo. Los pobres todavía no lo saben, el maleficio de la prisa les cierne en los relojes.
Dejaron de mirarnos, negaron el saludo, algunos hicieron volar la caridad con su mando a distancia y sus tarjetas. El ser humano habla cuando reza, cuando ama, cuando llora, o sueña, cuando pide. Si está vivo, habla, también cuando blasfema, se despide o despierta, cuando recibe.
El hombre si sabe de la vida habla, como lo hacen los niños, a la cara, mirándose a los ojos, porque saben que solo esa alegría es el pan de la vida, y estar juntos es la mayor riqueza que el mundo ha conocido.
Aunque algunos ni miren, ni nos hablen, ni sepan nuestros nombres, o estén solos, porque solamente saben hablar de lo suyo y nunca se han sentado en una plaza a escuchar la alegría y las preguntas.
La maestra me mandó pintar una hoja. En la plaza de Tirso de Molina silueté la hoja de un falso plátano. A la maestra le gustó. La maestra me mandó pintar una piedra. En la plaza de Tirso de Molina trasplanté las vetas grises de una pequeña piedra al papel. A la maestra le gustó. La maestra me mandó pintar un pobre. En la plaza de Tirso de Molina no encontré pobres. Solo hombres y mujeres. No dibujé nada. A la maestra no le gustó. El tiempo disminuido, el espacio achicado hoy paso por la plaza de Tirso de Molina veo hombres y mujeres que alargan las manos transidos de conciencia y no acarician la estatua. De las puntas de los dedos salen espigas de pan, tubérculos de tierra, aguas de sed. Alargan las manos a otros hombres y mujeres. Porque en la plaza de Tirso de Molina hay hombres y mujeres. Y no pobres. Le guste o no.